domingo, 30 de octubre de 2011



And I don't give a damn about my bad reputation
Never said I wanted to improve my station
And I'm only doing good
When I'm having fun
And I don't have to please no one
And I don't give a damn
About my bad reputation


I don't give a damn
About my bad reputation
I've never been afraid of any deviation
And I don't really care
If you think I'm strange
I ain't gonna change
And I'm never gonna care
About my bad reputation

I don't give a damn about my bad reputation
You're living in the past
It's a new generation
And I only feel good
When I got no pain
And that's how I'm gonna stay
And I don't give a damn 
About my bad reputation

Oh no, not me
Oh no, not
Not me, not me

lunes, 24 de octubre de 2011

7

A su Estimada.

Mis infinitas lagunas de frustración me han obligado a mandaros ésta carta. Aunque lo más posible es que vos jamás la leáis, mi melancolía es tal que debo expresarme antes de que me desvanezca consumida por mi propia agonía.


Ha mucho tiempo que en mi alma algo se retuerce de dolor. Sois hermosa, sí, sois noble, sois digna. Os admiré, y os sigo admirando. Os amé, pero ya no os amo. El fervor de mi sentimiento se apacigua más y más a cada minuto, a cada segundo que pasa. Cada vez que os veo, no puedo quitarme de la cabeza que vuestro romance, aquel que yo consideraba eterno, ha sido agrietado poco a poco hasta romperse en mil pedazos. Mis ojos se aguan inevitablemente, pero sonrío porque sé que al menos ha ocurrido. Y la felicidad me embriaga al sentir que fuisteis verdaderamente feliz con aquel hombre, y que aquel hombre fue feliz con vos.

Mientras vos correteábais por los jardines, él seguía en casa. Múltiples varones de alta alcurnia intentaron cortejaros, pero vos nada más teníais espacio en vuestro corazón para uno. Era privilegiado, como vos, pero no era noble. Así pues, fuisteis humilde, y le cedisteis vuestro amor sin remilgos. Os ganasteis todo mi respeto y mi cordialidad. Se le veía tan feliz, tan animado... Me sentía tan agradecida de que vos fueseis la portadora del cariño que más le hipnotizaba, de las palabras que más hacían mella, y con quien él compartía sus noches tórridas y sus deseos más intensos. Me sentía tan agradecida de que fuerais vos. Él es perfecto, vos sois perfecta. Entonces, ¿Por qué tuvo que tener un fin tan poco agraciado vuestra aventura?


Maldigo el día en que aquel príncipe se cruzó en vuestro camino, aquel que con simples gestos falsos y fanfarrones hizo que vuestra alma se olvidara de la persona a la que correspondía vuestro amor. Fuisteis tan simple, mi Señora. Tan ingenua. Tan fácil de persuadir. Es cierto, que vos sois una princesa y aquel pájaro de mal agüero es un príncipe, pero qué hay del pequeño corazón que dejásteis vulnerable, a la intemperie. Sintiéndose profundamente desdichado. ¿No os importa haber perdido todo criterio, vuesa Merced? Ahora os veo en todos lados, y siento que debo quereros, pero ya no puedo.


Quizás el corazón del desdichado ahora permanezca desnudo y herido. Porque vos sois como una rosa, bella y tentadora, más así no carecéis de las espinas que todas las rosas tienen. Supongo que él también habrá tenido la culpa, pero os ruego, mi Señora, que tengáis el buen espíritu de perdonarle. Mi sangre hierve, pensando que el alma honesta que una vez tuvisteis entre vuestros brazos, ha sido abandonada por otro hombre que posiblemente no se merezca vuestro amor. No puedo miraros igual, sabiendo que tras besar tantas veces sus labios os fuisteis para no volver. Y recuerdo aquellas noches en las que sonreía sabiendo que vuestros brazos níveos quizás estaban rodeándole. Ahora cuando pienso en ello, me siento triste y gris.


Os admiré, y os sigo admirando. Os amé, pero ya no os amo.

Vaya con Dios, mi Señora, pues vos os marchásteis sin despediros. Os marchásteis, con otros hombres, a otras tierras. Probablemente para siempre, aunque quiero pensar que no es así, y que algún día regresaréis. El campesino sobre en el que antaño derramásteis vuestro amor os seguirá esperando, y estoy segura de que estará ansioso de teneros otra vez. Perdonad su alma maltrecha y dolida, perdonadle todo, perdonad. Tenéis un gran corazón, no dejéis que la lujuria del privilegio lo aletargue. Si no queréis volver él tendrá que seguir adelante. Si ése es el caso y no tenéis intención, ardo en ansias de que vuelva a aparecer otra persona que le haga feliz, pero nunca será lo mismo que con vos. Jamás.

Independientemente de mi opinión, sea feliz, esté con quien esté, pero no olvidéis, vuesa Merced, cuál fue vuestro cauce un día. Éste presente es solamente para hacerle recordar. Para que piense, si se le antoja, en aquel alma que dejásteis en vuestro camino a la gloria.

O quizás ya tuvisteis la gloria en vuestras manos y no os percatásteis de ello.











miércoles, 19 de octubre de 2011

viernes, 7 de octubre de 2011

Me voy, Henry.


Parpadeó durante unos instantes, estaba aún un poco aletargado por las inyecciones, pero había escuchando bien. Paula se marchaba, tras haberle acogido en su casa, tras haber sanado sus heridas, tras haberle salvado otra vez. Se sintió ligeramente decepcionado, lo que inmediatamente le hizo sentir estúpido. ¿Desde cuándo tenía él esperanza de que fuese a quedarse? En realidad ya no tenía nada que hacer allí, el caso estaba cerrado y la investigación había terminado. 

¿Por qué? — fue lo único que pudo articular él.

Porque tengo trabajo.


— Pero no puedes irte.

Henry se levantó del sofá y, tras unos segundos con un equilibro nefasto se dirigió hacia la puerta, la misma que Paula estaba abriendo para irse. Ésta entornó los ojos y suspiró.

Eres muy... perseverante, por no decir cabezota.


El rep se fijó en la apariencia de la agente, y pensó que sería la última vez que lo haría.

Su piel era blanca como la nieve, y sus mechones de pelo rojo caían por toda su cara a pesar de habérselo recogido en una rápida e improvisada coleta. Llevaba gafas, que casi le ocupaban toda la cara, pero que aún dejaba ver la luminosidad de sus ojos esmeraldas mirándole con resentimiento pero, a su vez, con decisión. Disfrutó de la visión agradable de sus pechos escondidos tras una chaqueta más masculina que femenina y sus piernas atléticas y níveas. 


Entonces es cuando se dio cuenta, tras todo aquello, al final de todo, cuando estaba a punto de irse, que quizás estaba enamorado de ella. Nunca pensó que fuese a enamorarse nunca, pues si algo caracterizaba a Henry era su especial desenfado e independencia sobre todo sexual con la que había vivido feliz toda su vida hasta aquel momento. Finalmente se había enamorado de alguien, o al menos sentía un fuerte capricho y cariño, y por si fuera peor, era una humana. Y era policía.

Y se iba.

Paula suspiró, y entonces dijo:

Escucha, me voy. Me estoy yendo. Si vas a hacer algo hazlo ahora o reprímete durante el resto de tu vida.


Henry le besó. Le besó tan apasionadamente como había soñado hacerlo desde que la conoció y más todavía. Nunca nadie le había excitado tanto como Paula lo hacía con cualquier nimiedad. Cuanto más la tocaba más aumentaban sus ansias de penetrarla, de una vez por todas. Paula se dejaba llevar, aunque intentaba controlar las manos de Henry que iban directas a todas las zonas indebidas posibles de su cuerpo. No lo consiguió, y acabó desvistiéndola en un abrir y cerrar de ojos. Él era un replicante de exploración, por lo tanto muy hábil con las manos, ágil y observador.

Y ahora Henry se encontró en su gran final, en el glorioso culmen, en el que ambos, despojados de toda su ropa, se devoraban lentamente en la cama. Aunque él estaba seguro de que Paula iba a irse, al menos habían acabado como Dios manda. En lugar de tener como recuerdo una pálida mirada y una figura nerviosa alejándose por el pasillo, ahora se acordaría del laberinto de curvas de Paula, de sus uñas clavándose en su espalda y de el sabor de todos los recobecos de su cuerpo. Y aquello no era como los recuerdos artificiales, había pasado de verdad. 


Y eso era lo mejor de todo.

                                                    * * * * * * * * * * * * *




Matt era todo lo contrario a su compañero. Hacía dos años que trabajaba con él —no para él, aunque el mismo Henry solía apuntar que era así— y a pesar de que tenían puntos de vista completamente distintos hacían un gran equipo.


Royroy no era una joven muy agraciada en la vida. Desde pequeña fue esclava de los comercios para el mero uso de la propaganda. Llevaba siempre un uniforme con miles de anuncios coloridos y estrepitosos, con sonido incluido, el cual prohibían que se quitase en todo el día, y se dedicaba a vagar por las calles cumpliendo con su trabajo: hacer publicidad, cobrando un mísero salario al mes. Normalmente se dirigía al bar de Olivia, y se sentaba en un rincón, encerrada en su burbuja. Los anuncios que llevaba eran tan molestos y sonaban tan alto que probablemente nadie querría acercarse a ella, y menos hablarle.


Henry la salvó de un grupo de vándalos que le pegaban palizas casi a diario. La salud de Royroy era, por consecuente, frágil y débil. Su mente también quedó dañada, sobretodo por la marginación social que había sufrido desde pequeña, de manera que no estaba acostumbrada a algunas cosas en la sociedad y de algunas otras no tenía ni idea. Ella nunca habló de su familia, ni de sus padres, ni siquiera Matt se había aventurado a sacarle el tema, no quería hacerle recordar momentos crudos de su vida.


Matt la cuidaba muchísimo. Él era tímido e introvertido, pero le gustaba ayudar, sobretodo si la persona en cuestión es la chica más hermosa y fantástica que ha conocido en toda su vida. Dominaba gran parte de la tecnología, aunque no siempre con fines legales —Henry le pedía identidades falsas a menudo— pero lo hacía con devoción y con mucha eficiencia.
Lo primero que él hizo fue configurar —ilegalmente, claro— el uniforme de Royroy de manera que los anuncios no tuviesen audio y no irrumpiesen en una conversación. Siempre que esto pasaba Royroy pedía perdón, y su rostro alegre y cálido volvía a su estado frío e inexpresivo. A Matt no le gustaba verle así. Así que, aunque la ley le llevase la contraria y se pudiese haber metido en un lío considerable, lo hizo.


Olivia siempre les miraba tras la barra mientras ellos coqueteaban, y se sentía como si Matt fuese su propio hijo. Entonces le decía a Henry:


— Matty se nos hace mayor.

Y seguía limpiando vasos. Henry no le hacía mucho caso, de hecho le resultaba un tanto indiferente que su compañero hubiese encontrado el amor en aquella mujer, ni siquiera la conocía tanto como para juzgarla. Le parecía muy guapa, pero tenía una apariencia demasiado juvenil e inocente como para ser de su agrado.

Royroy no era muy alta, pero era esbelta, y tenía una piel tersa y uniforme. Su pelo era rubio y ligeramente ondulado, y su rostro aniñado. Matt también era de rostro aniñado, y él no tenía una consistencia física fuerte, al contrario, estaba bastante delgaducho, pero por alguna razón daba la imagen de una persona en la que podrías confiar.

De cualquier manera Matt y ella parecían encajar perfectamente, Royroy parecía embobada con el pelo largo del joven —aunque casi todo lo escondía normalmente bajo un gorro y no había un sólo día en el que no juguetease con él mientras ambos reían, se sonreían, se cuchicheaban cosas inaudibles y se daban besos fugaces. A Henry le parecía innecesariamente empalagoso y normalmente quería quitarse del medio en cuanto el ambiente se ponía así. Matt estaba feliz, y Royroy también, y se lo merecían. Fin. Éso era lo único que Henry tenía interés de conocer en su relación.



A Henry nunca le gustó que Royroy se involucrase en sus investigaciones, pero si osaba decir algo malo de ella Matt se enfadaba y no le hablaba durante días. "Está verdaderamente y estúpidamente enamorado" pensaba Henry.

Y entonces se tomaba otra copa de vino.



domingo, 2 de octubre de 2011

º




Fell in love with a girl
fell in love once and almost completely
she's in love with the world
but sometimes these feelings
can be so misleading
she turns and says "are you alright?"
I said "I must be fine cause my heart's still beating"
She says "come and kiss me by the riverside, 
Bobby says it's fine he don't consider it cheating"


Red hair with a curl
mellow roll for the flavor
and the eyes for peeping
can't keep away from the girl
these two sides of my brain
need to have a meeting
can't think of anything to do
my left brain knows that
all love is fleeting
she's just looking for something new
and I said it once before
but it bears repeating



sábado, 1 de octubre de 2011

ugu

Las personas mágicas en mi vida son mi mayor tesoro, no quiero que se vayan nunca porque me hacen muy feliz cada día y a mí me encanta hacerles feliz a ellos <3