lunes, 28 de noviembre de 2011

Para terminar la relación le mandó un SMS que decía "Lo siento, soy de la Horda" 
Emma Stone dejó a Kieran Culkin porque
jugaba demasiado a World of Warcraft


La actriz de Criadas y señoras ha revelado a la revista Gossipy Bitches que dejó a su anterior novio, el también actor Kieran Culkin, porque se montaba maratones excesivos al exitoso videojuego desarrollado por Blizzard, World of Warcraft.

"Estaba ahí tol' día, tó encasquetao" dice la joven actriz. "Me decía que me quería y después se iba a jugar y a ventilarse botes de Pringles". Stone confiesa que también es fanática de éste tipo de juegos pero "no en ese plan de viciao". 
"Lo único bueno era que siempre que subía de nivel me echaba un polvo de celebración" comenta. "Le dejé porque no quería estar ahí para cuando saliese el Skyrim, o me iba a cagar con las patas abajo".

"Todavía me llevo bien con él y le tengo cariño" dice sobre Culkin, aunque ahora tiene una nueva relación sentimental con el actor Andrew Garfield, futuro Spiderman. "Nos va muy bien. Andrew es un puto poligonero hipster de mierda. Me encanta."

Kieran Culkin no ha querido mencionar nada sobre éstas declaraciones. Ha sido visto montándoselo con una elfa nocturna druida, así que obviamos que lo ha superado tras días de llorar y de comer nata montada directamente del bote.



jueves, 24 de noviembre de 2011

Sangraba. Una nueva herida se abría en mi costado, una nueva cicatriz deformaba mi cuerpo. El frío invernal se ceñía sobre mí, cruel y despiadado, y la ventisca me golpeaba la cara, como si me susurrase al oído que dejase de luchar en vano.

La nieve se teñía de carmesí. Corría ahogada hacia ninguna parte, porque sabía que era la muerte la que me estaba persiguiendo y que iba a alcanzarme. Sí, definitivamente iba a morir. Traicionada por la misma persona que me crió. La misma persona que me quiso antaño y me enseñó a leer y escribir. En cierto modo soy de su propiedad, y ahora en un antojo quiere matarme. Por el amor de Dios, ya me ha matado.


No está nevando. No hay ventisca. No hace frío. La luz es tenue. ¿He muerto ya? Los pálpitos de dolor en mi costado me indican lo contrario. ¿Dónde estoy? Ya no importa. Me precipité sobre un pedregoso suelo, y lloré. La vista se me nublaba, y yo me retorcía. Escuché un gruñido a mi lado, pero no veía nada.


Me maldije por ser tan débil.


* * * * * *


Los párpados me pesaban. Apenas podía moverme. El dolor en mi costado se había mitigado, pero todavía sentía constantes punzadas. Gemí, pero casi no podía escucharme a mí misma, era como un murmullo lejano.

En medio de mi abismo de confusión, una voz me sobresaltó.

 — ¡Estás viva!

Tanteé con mi brazo buscando al autor de la voz ya que aún veía borroso, pero encontré tan sólo el tacto áspero de una tela. Al parecer estaba en una cama.

 — ¿Dónde estoy? - mascullé.


 — En mi humilde morada. Teia te encontró medio muerta, y he podido curarte. ¡Ta-daaa! De nada.

No usó el código de cortesía. Me resultó extraño, pero no irrespetuoso.


 — ¿Quién eres? ¿Quién es Teia? ¿Qué ha pasado?

 — Quieta parada, entiendo que tengas muchas preguntas, pero de momento descansa. Lo necesitas. Te dieron un buen tajo.

 — Quiero saberlo ahora.


Parpadeé intentando recuperar la nitidez de mi visión. Oía ruidos que provenían de mi derecha. Tuve que esperar un buen rato para ver, pero me mantuve en silencio.

Finalmente oteé a mi alrededor. El lugar donde estaba parecía una madriguera. El techo era curvo y de piedra. Había estanterías con multitud tarros que contenían en su interior cosas que desconocía. Algunas tenían una pinta tan desagradable que me alegré de no conocerlas. También había herramientas y comida.


Ladeé mi cabeza a la derecha para ver al individuo. Estaba trasteando en una mesa. No era muy alto, su cabello era castaño y le llegaba por los hombros, su piel era pálida y tenía una complexión no muy fornida. Demasiado especial para ser un simple campesino, pero demasiado ordinario para ser alguien importante.

 — Ya puedo ver. — dije.

 Bien. — respondió él con voz firme, y se acercó a mí mientras se frotaba los brazos. — Demonios, hace frío ahí fuera. ¿Quieres algo caliente? ¿Te duele menos el costado?

 — Sí, quiero algo caliente, y no, no me duele menos.


 — De acuerdo. Tienes que seguir reposando.


El hombre se dirigió a la cocina, que estaba a unos metros de allí.


 — ¿Vas a responder a mis preguntas ahora?

Hubo un silencio tras mi pregunta, y después habló.


 — Soy Löwan. Teia es mi dragona.

 — ¿Tu qué?


 — Escucha, es una cría. Es pequeña. No te va a hacer daño. De hecho, si estás viva es gracias a ella. Créeme, sé de esto.


 — ¿Entonces eres uno de esos dragonólogos chiflados?


 — Draconólogo.


 — Lo que sea.


Löwan suspiró.


  La draconología tiene muchos años en la historia, pero siempre ha estado al nivel de una secta, como una hermana retrasada de las demás ciencias. Los que la practicamos somos tachados de brujos locos y normalmente somos perseguidos, la mayoría de veces porque realmente tenemos a los dragones como aliados y eso es una amenaza para la población. Si los conocimientos de ésta ciencia caen en malas manos podrían sembrar el caos por cualquier cosa. El destrozo que un dragón adulto es capaz de hacer no es precisamente pequeño. Aun así, hay muchos novatos pueriles andando por ahí buscando el poder, nos dan mala imagen y luego acaban calcinados por un dragón que sabe ver que su alma no es pura. Todo son apariencias. Las apariencias engañan.


Aunque sentía que estaba diciendo una sarta de idioteces, me hizo sentir tremendamente ignorante y le respeté callando. Me trajo un vaso de una infusión caliente. Le di las gracias.

 — ¿Cuál es tu nombre, doncella?

 — Soy Thelinna. Thelinna de Zhyluel. 

 — Encantado.


Löwan no parecía viejo, más bien tendría mi edad. Tenía curiosidad por saber quién le enseñó sobre los dragones, pero eso sería meter demasiado las narices. La verdad es que lo único que sabía sobre ésas criaturas era cómo matarlas. De todas formas me imaginé que es sagrado para ellos y no quería meterme en ese terreno de habladurías, a ver si iba a echarme a la nieve ahora que me había curado.


Aunque en realidad, quería irme de allí lo antes posible. Sólo me quedaría un rato.



 

viernes, 18 de noviembre de 2011

 

 

Cada vez que miro al cielo,
me pregunto si hace un año
era yo o era el destino,
la paciencia en el camino.
Cada vez que pienso en ello,
cada vez que me abandono,
me sorprendo y no comprendo
por qué casi nunca lloro.

 

 

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Transcrito de mi libreta again

LOS CHISTES DE LA CLASE

Acabamos de hacer una lectura y la señu dice:

- Copiada pag. 106 quien yo diga!

Y Jon dice:

- Yo, yo!
- Pues empieza a copiar!
- P... Pero yo no he dicho yo!
- Por haber dicho yo!
-Y por qué yo?
- Porque...
- Oye, estaba hablando yo!
 

jueves, 3 de noviembre de 2011



 Why bother? it's gonna hurt me.
It's gonna kill when you desert me.
This happened to me twice before,
it won't happen to me anymore!

Why bother? It's gonna hurt me.