viernes, 19 de agosto de 2011







Resta olvidado, dormitando, oculto tras las negras sábanas del odio. Quemado por el miedo, atormentado en su tumba de soledad. Un poder que había subestimado toda su vida poco a poco vuelve a la vida, como un haz de luz iluminando las entrañas del mismísimo Infierno. 


Cuando mataba se sentía bien. Se sentía poderosa, teniendo en sus manos tantas vidas y decidiendo a su antojo si se salvarían o acabarían en un sangriento final. Nunca había matado a nadie de su especie, de todas maneras, tampoco le importaría hacerlo si se viese obligada a ello. Matar la llenaba de orgullo. Ella creía que ya no había nada que le detuviese, ni nada más poderoso que la muerte.


Se equivocaba.

Cuando mataba se sentía más fuerte. Cuando las hojas frías de su espada manchadas de carmesí atravesaban el cuerpo de cualquiera de sus enemigos, sentía que podía dominar a quien quisiese. Sentía el poder.

Pero, ¿A quién quería engañar? Se sentía mucho, mucho mejor cuando le besaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario