lunes, 9 de mayo de 2011

Come with us through the gates of hell



- En mitad de la nada, ahí es donde estamos.


Rebecca me miró y entornó los ojos mientras se dejaba caer violentamente sobre el sillón. Hizo un ruido característico que me permitió saber que estaba relleno de plumas. Bufé mientras me llevaba la mano a la cabeza. ¿Por qué tuve que seguirla? ¿Por qué? ¿Por qué?


- Vale, yo te he metido en éste lío y yo te voy a sacar de él. - hizo una pausa para retirarse un mechón de su cabello color cobre de la cara, y acto seguido continuó-. Primero deberíamos hablar con el tío ese que también es como nosotras. Sabremos que es él porque todos aquí tienen orejas puntiagudas y esas cosas raras.


- Ajá. - eché una mirada incrédula a mi compañera. - ¿Y si no podemos salir? ¿Qué haremos? ¿Qué vamos a hacer? No creas que tenemos el apoyo de todos la gente de aquí o bichos o lo que sean. 


- ¡Joder! Tranquilízate, vamos a salir de aquí, te lo prometo. Tenemos a una persona que nos deja su barco y a otra que nos va a proteger de cualquier peligro. Sólo necesitamos otra que nos guíe.


- Claro. - reí irónicamente. - Claro. ¿Crees que esos dos nos van a ayudar JUNTOS? ¿Pero los has visto? Se odian, Becky. No es una buena idea. Por mucho que puedan protegernos o transportarnos o lo que sea, seguro que alguno se va a cargar al otro tarde o temprano.


- No se odian. Estoy segura que están enrollados.


- Por supuesto. - contesté con sarcasmo, y después volví a repetirlo. - Por supuesto. 


Justamente uno de los mencionados entró en ése momento a aquel albergue. Caminaba visiblemente nervioso murmurando un leve "Lo siento, me he dejado..." que nunca llegaba a continuar.


- Esto... Señor.


Le dí una patada a Rebecca por haberse dirigido a alguien con el que yo no quería cuentas bajo ninguna circunstancia, pero la ignoró. Sólo quería que él y la otra, la ridícula gatita asesina, se alejaran de mi vista y que no volviera a verlos nunca más. 


- ¿Eh?


- Nos falta la ruta, pero... Pronto zarparemos, supongo. Gracias por dejarnos y eso.


- Ah, sí. Sí. - parecía estar en su mundo, buscando lo que fuese que estuviera buscando.


- No habrá ningún... problema... ¿Verdad?


El hombre miró a Becky, y como si lo hubiera leído en sus ojos, enseguida se percató de lo que quería dar a entender. Dejó escapar un "Ohhh" y asintió levemente con la cabeza.


- Señorita. - hinchó su pecho y se dirigió decidido (aunque aún notablemente inseguro) hacia Rebecca-. Entiendo que tema, aunque... Bueno, es cierto que quizás tengo una relación algo tensa con...


- Ya, ya. - interrumpí en la conversación, ya que estaba segura de que mi amiga iría a contestar algo bastante obsceno. - Lo único que queremos es que no os empecéis a clavar cuchillos o liaros a tiros allí, mientras estáis con nosotros. Eso si acaso para luego.


- No se preocupen - carraspeó-. Todo está controlado.


No estaba controlado en absoluto. ¿Quién iba a creer a ése tío? La ingenua de Rebecca parecía hacerlo, y a ésas alturas pensaba que ya era imposible evadir los tantos problemas que nos acechaban. Así que afronté que ya estábamos metidas en el marrón, sea más grave, o menos grave.


Entonces ahora teníamos que buscar, entre una población bastante grande, alguien en concreto, solamente fijándose en sus orejas. Dios mío. Íbamos a tardar como, seis décadas en encontrarle, pero claro, de nuevo tenía que seguir a Rebecca, la misma que me había llevado a ése lugar de locos y la misma que me iba a meter en todos los problemas a los que estaba segura que íbamos a ir de cabeza. Y encima acompañada por dos elfos de baja categoría, un fanfarrón gallina con poderes mágicos baratos y una saltimbanqui que va armada hasta las orejas, que no paran de pelearse continuamente. Y encima Becky dice que están tonteando.


En serio, no creo que haya una sola persona que no esté loca en ésta isla.







1 comentario: