martes, 3 de enero de 2012

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Nia quería explicarle cosas, muchas cosas, pero ni siquiera se las podía explicar a sí misma. Era un manojo de ideas enredadas, un vórtice de caos emocional. Atrapada en el orden de su propia mente, era incapaz de poner los sentimientos en su sitio, y de nombrar cada uno de ellos con exactitud. De vez en cuando intentaba escribir lo que ocurría en su interior, como Jared le había indicado, pero cada vez que lo hacía acababa rompiendo el papel a pedazos y tirándolo con desgana a la basura.

Y temblaba, y se humedecía los labios, y sudaba, y respiraba muy rápido. Entonces volvía a escribir.

Nia quería explicarle cosas, muchas cosas, pero ni siquiera se las podía explicar a sí misma. Quería explicarle que le gustaba escuchar su voz ronca de recién levantado, o verle desarmar los envases de leche vacíos hasta dejarlos en un triste trozo de cartón, o verle comer chocolate como una ardilla. Explicarle que también le gustaba observar cómo pinta sus maquetas, o cómo desliza su dedo índice por la comisura derecha de su boca cuando está concentrado. 

Pero ella no lo podía explicar porque no sabía por qué le gustaban todas esas cosas.
  
Nia quería explicarle cosas, muchas cosas, pero ni siquiera se las podía explicar a sí misma. Le gustaría que su pelo se enredara en sus dedos, le gustaría tomarle de la mano y sentir su calor. Y acariciarle, y hacerle cosquillas. Le gustaría tumbarse con él en el sofá en las noches de tormenta, y ver capítulos de Digimon hasta dormirse en sus brazos. Le gustaría darle un beso, aunque sólo fuese uno. ¡Le gustaría tanto!


Pero ella no podía hacerlo porque no encontraba un motivo racional para ello.


Nia quería explicarle cosas, muchas cosas, pero ni siquiera se las podía explicar a sí misma. Sus mejillas pálidas, casi translúcidas, eran muy fáciles de ruborizar. No podría aguantar mucho tiempo más. Quería explicarle por qué a veces tartamudeaba o hacía gestos absurdos con las manos. ¿Cómo es que había veces que estaba tan tranquila y otras en las que se ponía muy nerviosa?

No lo sabía. Nunca iba a saberlo.

Pero decidió que eso no iba a impedirle nada.















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